Especialista en tratamiento del dolor

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Contracturas

Desde un punto de vista clínico Y estrictamente teórico, sabemos que una "contractura muscular" consiste en "la contracción persistente e involuntaria de un músculo o grupo de ellos que puede hacer que estos se endurezcan o se abulten. Puede darse a causa de una insuficiente oxigenación de los músculos o por la pérdida de líquidos y sales minerales como consecuencia de un esfuerzo prolongado, movimientos bruscos o frío".

Ahora bien, el problema surge cuando este exceso de “contracción” en adelante "tono" persiste a lo largo del tiempo (varios días, semanas, meses,….), junto con todas las alteraciones musculoesqueléticas (afectación de tejido conectivo (fascias), articulaciones en sí y su posición,…) y psicológicas (alteración del sueño, irritabilidad, labilidad emocional, falta de iniciativa a hacer actividades,….) que esto va provocando a nivel generalizado. Esto se traduce en un aumento de tensión en el tejido conectivo, el cual rodea cada músculo, a su vez, diversos grupos musculares, y a su vez, interconecta grupos musculares que realizan acciones contrarias, lo que da lugar a una irritación de diversos vasos sanguíneos y nervios que pasen por la zona del músculo afectado, aumentando la sensación dolorosa, y acentuando la sintomatología.

Los vasos sanguíneos al ver disminuida su capacidad de transporte sanguíneo, no consiguen llevar suficientes nutrientes y oxígeno a los tejidos implicados, generándose el dolor de tipo isquémico, por falta de oxigenación. Pero, no debemos olvidar que los vasos están siempre acompañados por nervios, de ahí que el dolor muchas veces no se manifieste sólo en la zona afectada, sino también a distancia, de ahí los puntos gatillo o trigger points, y zonas de dolor referido. Además, de que pueden aparecer sensaciones como hormigueos, quemazón, adormecimiento de un trayecto en concreto, falta de fuerza,….

En el tratamiento de una contractura muscular, vamos a actuar desde diferentes puntos de vista, pero el primero y más importante es identificar el factor mecánico, térmico o postural, o el efecto de éstos 3 unidos, y corregirlo. Esto lo conseguimos a través de la historia clínica, mediante una serie de preguntas que van orientando al fisioterapeuta en el origen del problema, y a través de la observación de su postura y otros signos no verbales a tener en cuenta.

Para esto, desde la disciplina tan amplia y rica como la fisioterapia, podemos utilizar diversas técnicas, desde el masaje terapéutico ( únicamente competencia del fisioterapeuta), el estiramiento neuromuscular, el estiramiento local y el global, las técnicas articulatorias, la termoterapia (uso de calor o frío), la electroterapia (uso de corrientes eléctricas en su adecuada forma para la contractura en concreto), la punción seca para el punto/s gatillo/s, la reeducación de ciertos hábitos posturales, el vendaje neuromuscular o kinesiotapping, el aprendizaje de técnicas que ayudan a reeducar la postura (método Pilates,…), entre muchas otras.

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